¿DÓNDE NACERÍA DIOS HOY?
Cuando me dispongo a armar el pesebre me gusta recrear el nacimiento de Jesús de tal manera que sea lo más dulce, lindo y tierno posible…pero esto lo hago sabiendo que Jesús no nació en un lugar lindo, nació en medio de la pobreza, en un corral de animales y ahí no huele bien, hay olor a rancio a bosta vieja. Ese pesebre estaba en un país ocupado, en un pueblo entristecido y humillado…pero el desafío es saber que esto no es algo de antes, es del hoy…por eso me pregunto llegado este momento…
¿En dónde nacería hoy Jesús? ¿Qué haría de pesebre? ¿En dónde estaría su cuna?
Posiblemente de nuevo en un país ocupado, en la miseria; quizás sería hijo de migrantes, de esos a quienes les cuesta encontrar su lugar en una sociedad que no es la suya… Seguro el “pesebre” que elegiría hoy tampoco olería nada bien. Y me digo puede estar bueno pensar, porque no, mi corazón como pesebre, sin duda hay partes de él que consideraría muy dignas para hacer de “pesebre”, pero si Jesús ha de elegir mi corazón para nacer, creo que elegiría esas partes de mi corazón mezquinas, frías, oscuras, complicadas, pero…
¿Por qué Dios ha decidido hacerse niño y eligió nacer en una realidad así?
Porque lo que busca es liberar al hombre de aquello que lo daña, que le impide amar, por lo tanto, no ser feliz.
Y lo empieza haciéndose débil, habitando en lo frágil, lo precario. Para transformar la realidad, la mirada y el sentido de las cosas. Es así que el lugar de los animales se convierte en cuna, la oscuridad se llena en luz, lo que no huele bien en olor agradable…y esta transformación sucede en mi corazón y llega a mi realidad.
Habitándome me hace portador de Él, en esas realidades que no huelen bien, que están secas, vulneradas, que para mí aquí en Tacurú, casa salesiana, son tantas realidades juveniles, deseosas de tiempos mejores en lo personal, familiar, laboral, que andan buscando la felicidad de mil maneras.
Navidad es ayudar a crecer…acercándome…como se acerca Dios al hacerse niño, metiéndome en la historia de los gurises, y en la medida de lo posible de sus familias para que ahí donde hay más oscuridad que luz, donde hay más desorden que orden, donde abunda lo que falta para vivir con dignidad, pueda ser oportunidad de libertad, de iluminar lo que esta oscuro.
Me llena de alegría reconocer que esto ya está sucediendo en nuestro Movimiento Tacurú. Días como estos de celebración navideña nos vuelven a impulsar con la sensación de la tarea cumplida, a un año nuevo que está a punto de iniciarse donde nuestra tarea educativa y evangelizadora siga teniendo como norte:
Habitar la vida de los niños y jóvenes para que
LA VIDA de DIOS NAZCA EN CADA UNO DE ELLOS.
¡FELIZ NAVIDAD!
P. Néstor Castell
Director del Movimiento Tacurú
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