«Emaús» Artículos que buscan ser un puente de encuentro con Jesucristo, un espacio de intercambio y motivación, para seguir «siendo signos y portadores del amor de Dios»
Nuestro camino de Emaús
“Era el atardecer de un domingo. Cleofás sentía el alma entristecida. El fracaso de su esperanza le dolía y no se animó a hacer solo ese camino que lo llevaría de regreso a su pueblito. Por eso fue a invitar a su amigo para que lo acompañara a Emaús… solo devuelve la calma sentirse con un amigo. Ya no tenían nada que hacer en Jerusalén. Otros como él se habían puesto en camino detrás de Jesús, el de Nazaret, esperando que fuera él quien liberaría a su pueblo. Hace tres días había muerto y estaban desanimados. ”
Hay mucho en este texto que nos puede llamar la atención. Nada de lo que se relata en esas líneas hoy nos es indiferente. ¿Quién de nosotros no se sintió desilusionado en su tarea como educador? ¿Quién de nosotros animando y llevando la tarea educativa, en lo cotidiano y en medio de los gurises, ¨apostó todas las fichas¨ a una actividad, a una persona, a un gurí y no salió como lo esperábamos? ¿Quién de nosotros no se sintió en algún momento entristecido, confundido o sobrepasado por la realidad?
“Mientras los dos caminaban el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos. Pero sus ojos no lo podían reconocer. Y Jesús les preguntó: ¿De qué discutían mientras iban caminando?¨
Es ahí cuando la trama de vínculos nos sostiene. Es ahí cuando se vuelve oro un amigo, un familiar, un compañero de trabajo, o quien sea de confianza.
Es ahí cuando sin dejarse ver en su totalidad, pero presente, se acerca Jesús.
Él no nos detiene, seguimos caminando, aceptando la vida como se nos presenta. Se suma en nuestro camino. Nos escucha, nos pregunta, trata de comprender qué nos está pasando, nos señala posibles respuestas, deja pasar el tiempo mientras caminamos, caminamos y caminamos…
¨Llegaron a un entrecruce de caminos, Jesús hizo como que iba más lejos. Cleofás y su amigo dijeron: Quédate con nosotros, porque se hace tarde y ya oscurece.
Sucedió que estando sentado los tres en la mesa, Jesús tomó el pan lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces lo reconocieron y él se desapareció de su vista. Se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino?¨
Fueron gestos de cercanía, diálogos constructores de esperanza y la presencia de Jesús lo que provocó un cambio.
Lo de Jesús es ir de camino con VOS.
Siempre es posible ver de otra manera los que venís viviendo.
Como sucede en el relato, Jesús no quiere regalarles una respuesta que los consuele. Quiere que ellos descubran la verdad de lo sucedido: La PASCUA.
¿Para qué? Para que se animen a emprender un nuevo camino. Distintos ellos, distinto Jesús, distinto todo por la capacidad de ver el hilo de oro de la pascua en el entramado de la vida, que rediseña todo lo que cruza.
Un corazón con esta experiencia no nos deja quietos , nos pone marcha y compartir lo vivido.
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